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Tere Rocha

Bienvenidos

¿Qué es el miedo y cómo puedo vivir sin él?

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Hablar de los principales temores que se nos presentan a lo largo de la vida es hablar de algo inherente y constitutivo en el ser humano: el miedo. El miedo es indispensable en la vida de la humanidad, es un elemento paralelo y, a la vez, complementario al instinto de vida.

El miedo nos puede llevar a actuar o a paralizarnos, dependiendo de la situación; por ejemplo, si tuviéramos una pistola frente a nosotros, lo más probable es que nos paralizáramos, y una vez que no tuviéramos el estímulo amenazante frente a nosotros, corriéramos a buscar ayuda. Si lo hiciéramos al revés, nuestra vida correría peligro. Por decirlo de alguna manera, el miedo activa de manera automática (sin ser conscientes de ello) estas reacciones; paralización y huida, y ambas reacciones forman parte de nuestro esquema de sobrevivencia.

Una vez explicado que el miedo es constitutivo al ser humano, nos es fácil entender por qué es común escuchar que todos tenemos miedos, ahora trataremos de abordar los miedos más comunes.

La periodista Yolanda Ruiz en su artículo «El miedo es cuestión de genética» comenta que existen dos tipos de miedos:

TIPOS DE MIEDOS

Endógenos o innatos. Se heredan por especie, están inscritos en nuestros genes y se relacionan con el miedo a la oscuridad, a los fenómenos naturales, a la sobrevivencia y a la muerte.

Exógenos o adquiridos. Provienen del mundo exterior, desde los más comunes: hablar en público, viajar en avión, etcétera, hasta las fobias más irracionales, como las fobias, las cuáles se han asociado con trastornos emocionales.

Esta explicación suena muy clara, pero me gustaría enfatizar en que a veces no lo es tanto, y la delgada línea que lo divide es muy tenue; me gustaría intentar unirlos y en breve explicaré un poco más este punto.

Miedo al abandono

Somos la única especie que requiere durante tanto tiempo muchos cuidados. Somos dependientes de nuestros padres durante un tiempo considerable y, de alguna manera, si alguien no se hiciera cargo de nosotros moriríamos. Esta dependencia deja su marca en nuestro desarrollo; el niño mientras más crece más consciente es de esta «necesidad» hacia sus cuidadores, es un miedo muy «humano»; esa es una de las razones por las que el niño se pone ansioso cada vez que se su mamá no está o la ve irse, y esta reacción desaparece con su llegada. Dicho de otra manera, el niño experimenta miedo cada vez que está lejos de su mamá y cuando se siente solo o perdido. Esta reacción es fácil observarla en el kínder; a la hora que los niños salen del kínder y ven a su mamá, automáticamente experimentan satisfacción, mientras que los niños que no ven a su mamá empiezan a experimentar reacciones que podemos identificar con miedo.

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El miedo al abandono es inherente al ser humano, pero este miedo es mitad innato y mitad aprendido; como explicamos anteriormente, es un miedo «real», ya que sin la madre y sus cuidados, el niño no podría vivir pero este miedo innato, se complementa con las reacciones de la madre, y aquí empieza a complicarse el tema, ya que dependiendo de la reacción de la madre, será el tipo de reacción del hijo. De ahí sería fácil explicarnos el por qué hay personas que tienen miedos relacionados como:

 Perder a su pareja
 Que los dejen de querer, o no los quieran lo suficiente
 Al abandono
 A no encontrar a nadie que sea compatible con ellos
 Miedo a depender de la pareja

Todos estos miedos tienen su origen en la infancia, mientras que este miedo, permanece durante toda la vida, y tiene diferentes repercusiones.

Miedo a la muerte

Gracias a este miedo hemos sobrevivido como especie; no obstante, como hemos venido explicando a lo largo del artículo, tiene raíces psicológicas, es decir, se ha entretejido con miedos que no forzosamente tienen que ver con la muerte, aunque la persona lo relaciona directamente, de ahí un poco derivarían:

 Fobias: miedo a las alturas, a lugares cerrados, a animales, etc.
 Obsesiones con las enfermedades.
 Miedo a perder seres queridos.
 Miedo a los secuestros, asaltos y todo tipo de violencia.
 Pensamientos recurrentes a pensar que algún ser querido está en problemas.

Miedo a sentirnos incapaces

Este miedo tiene su origen en la infancia y se relaciona con la incapacidad que sienten los niños al no poder hacer ciertas cosas que observan que los adultos hacen con tanta facilidad, y de ahí aprenden que el mundo es difícil, y que ellos no son capaces de hacerlo, de aquí se derivan varios miedos:

Miedo al futuro

¿Cómo hacer frente al futuro, si no te sientes lo suficientemente capaz para afrontar los desafíos del presente?

Miedo a fracasar

Muchas personas con miedo al fracaso ni siquiera intentan emprender algo nuevo.

 Miedo a no tener dinero
 Miedo a «no dar el ancho» en alguna situación en específico

Miedo a lo social

Este miedo también tiene su origen en la infancia y se relaciona con la desaprobación que el niño pudo haber sentido de sus padres; de alguna manera, «generaliza» este miedo a muchas situaciones que no tienen que ver con sus padres pero él los vive como si fueran sus padres y revive esta desaprobación.

 Miedo a hablar en público
 Miedo a ser juzgado y criticado
 Miedo a estar en situaciones sociales

Miedo a envejecer

Este miedo se relaciona con el temor que muchas personas tienen a «perder su juventud», y todas las implicaciones que esto conlleva. Muchas personas han depositado mucha energía en su físico y, por lo tanto, perder estos atributos, significaría perder muchas cosas valiosas. Otros lo relacionan con el decremento físico, y tendrían miedo de depender de alguien más, así como también puede estar relacionado con miedo a enfermar. Este miedo es universal y se suele unir con otros miedos.

De esta manera, muchos miedos tienen un origen biológico y se complementan con aprendizajes que hemos adquirido en la infancia, ¿cómo superarlos?, primero tenemos que analizar si el miedo corresponde a la situación, si es «normal» o es excesivo, y, de ser así, lo que se recomienda es ir a terapia, ya que si no, estos miedos pueden acrecentarse y unirse con otros, pudiendo resultar incapacitante para la persona que los vive.

Acuérdate de que lo más importante es disfrutar de una vida que nos permita «funcionar» dentro de ella. Pregúntate a ti mismo si los miedos que tienes te han incapacitado de alguna manera, de ser así, no lo permitas, no tienes por qué vivir atemorizado; el miedo como mencionamos es muy importante y nos ha permitido sobrevivir, pero si el miedo es excesivo o te ha aislado de situaciones importantes, sería momento de que te plantearas otra manera de vivir, que ampliarás tu horizonte.

Con información de: Psic. Paulina Anton Hagman
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM).

 

 

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